Río Quino, Febrero 2007Después del mi último grito desesperado, nuevamente el Señor tuvo misericordia de mí, a pesar que hay cosas que no han cambiado no me siento sola ni abandonada.
No tengo dolor interior.
Gracias Dios porque tu reino y porque tu Espíritu Santo han venido a mi vida una vez más.
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